En realidad esta foto la hice el día 1 en el puerto de Motril. Me alegré de estar de nuevo junto al mar, sintiendo su brisa incluso con los ojos cerrados, y haciéndome sentir más libre.
Tengo cierto miedo a las alturas, pero si tuviera que elegir algún pájaro para convertirme, elegiría ser una gaviota, para no dejar de sentir esa brisa en la piel, contemplar cada amanecer y atardecer con el reflejo del sol sobre las olas, oliendo a salitre, oyendo el ir y venir de las olas, y quedando un regusto salado en la boca cada vez que me sumergiera. Disfrutar del mar con los cinco sentidos.
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